En algunos momentos puntuales de la historia económica costarricense, el acceso al financiamiento bancario o el que se conoce como “tradicional” se ha visto limitado, ya sea por factores externos tales como crisis financieras globales, o por acciones internas que han tomado entes gubernamentales.
Eso ha provocado que los empresarios y dueños de pymes se preocupen por el impacto que pueden tener esas medidas en sus planes de expansión e inversiones y el ajuste a la baja en sus pronósticos de crecimiento y ventas.
¿Realmente el mercado de capitales es la única alternativa?
La respuesta es no; hay otras formas de obtener fondos para no paralizar los planes de crecimiento. Afortunadamente nuestro país cuenta con un mercado de valores que ha evolucionado y se ha fortalecido, lo cual lo convierte en una muy buena solución para los desvelos de esos empresarios y comerciantes nacionales.
El mercado de valores o mercado de capitales es una parte del sistema financiero en el que convergen demandantes de recursos (empresas emisoras) y a los oferentes (ahorrantes, inversionistas).
Las empresas emisoras le dan al inversionista un título valor, a cambio de sus ahorros, recibiendo estos un rendimiento y la promesa de devolverle el principal en un plazo acordado.
Financiarse por esta vía, le permite a la empresa flexibilidad para definir todas las condiciones por medio de las cuales quiere obtener su financiamiento. Contrario al crédito bancario, donde las condiciones las define la entidad bancaria o financiera, y la empresa, si o si, debe aceptarlas, salvo algunas excepciones.
Es una forma de financiarse a la medida de las necesidades de la empresa. ¿Por qué? Porque es la empresa la que establece qué proyecto se va a financiar, cuántos recursos y cuándo se necesitan, cuándo se va a pagar, cómo se va a pagar y qué rendimiento ofrecer.
El mercado de capitales ofrece varios instrumentos (a corto, a mediano o largo plazo) que le permiten a la empresa estructurar su vía de financiamiento, de forma tal que pueda desarrollar su proyecto de forma exitosa sin ahogar el flujo de caja de su negocio y cumplirle a los inversionistas.
También se diferencia de los préstamos bancarios en algo muy importante. Cuando se adquiere un préstamo, la obligación es con una entidad creada para tal fin y, adicionalmente, se aporta una garantía que respalda esa operación. En cambio, al financiarse por el mercado de capitales, la empresa se debe a sus acreedores, a los inversionistas. La empresa emisora es la garantía, por decirlo así.
Implica el compromiso de honrar hasta el último centavo que recibió de personas tanto físicas como jurídicas que apostaron por ella, que creen en sus proyectos, en sus planes, en su trayectoria.
Por eso, la responsabilidad de ser una entidad deudora en el mercado de capitales es muy grande. Hay que honrar esa confianza adoptando una cultura de negocios basada, entre otras cosas, en la transparencia, la divulgación de información financiera periódica mediante estados financieros auditados bajo estándares internacionales como las NIF´S y las NIC´S, el contar con prácticas de gobierno corporativo sólidas, y en la calificación de su solvencia financiera.
Financiarse en el mercado de capitales es formar parte de un selecto grupo que usa esta novedosa alternativa de fondeo no solo para expandir sus horizontes, sino también para demostrar su capacidad y sus fortalezas, apostando por un cambio en su cultura empresarial donde las buenas prácticas de gestión, de la toma de decisiones y de comunicación van más allá de las altas jerarquías, permeando a toda la organización, a sus clientes y proveedores.
Si busca asesoría financiera especializada, en INTIC contamos con servicios respaldados por un equipo de profesionales enfocados en identificar oportunidades para lograr sus metas de crecimiento.